Investigadores de la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey (EE.UU.) han hallado relación entre el desarrollo del feto y el grado de polución atmosférica al que estaban expuestas las madres durante la gestación. Los científicos, pertenecientes al departamento de epidemiología de la Facultad de Salud Pública, observaron que el riesgo de que un bebé naciera con bajo peso aumentaba de forma significativa a medida que se incrementaba la exposición a diversos contaminantes atmosféricos. Los más destacados fueron las partículas en suspensión (de 4 microgramos) y los óxidos de nitrógeno.
Desarrollo cerebral
En el cuerpo humano se almacenan numerosas sustancias tóxicas, algunas prohibidas hace 30 años
El modo en el que la contaminación de los hogares actúa sobre el desarrollo cerebral infantil es otro tema de estudio. Atrae el interés de científicos del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona y del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM) del Hospital del Mar. Después de analizar la calidad del aire del hogar en el que residían 482 niños en Menorca, todos ellos fueron sometidos al test McCarthy para evaluar sus habilidades infantiles a los cuatro años de edad. En la revista "American Journal of Epidemiology", se desvela que, con independencia de otros factores, la contaminación del hogar está relacionada con el desarrollo neuropsicológico de los niños.
El motivo principal se encuentra, aseguran los investigadores, en el dióxido de nitrógeno, un gas tóxico para el organismo que se produce en la combustión del gas natural, entre otros. Parece ser que, en altas concentraciones, favorece la aparición de trastornos de comportamiento en los niños. Los efectos negativos fueron más visibles en personas con una variante del gen GSTP1, que codifica para la mayoría de enzimas antioxidantes encargadas de combatir el estrés oxidativo del organismo.
Depósito de contaminantes
En el cuerpo se almacenan numerosas sustancias tóxicas para los humanos. Un estudio de IMIM certifica que, en su mayoría, son residuos industriales y pesticidas para la agricultura, que llegan a través de la cadena alimentaria. Los investigadores analizaron la sangre de 919 individuos que participaron en una encuesta de salud en 2002. El objetivo era hallar las concentraciones en sangre de los tóxicos estudiados.
Según explica Miquel Porta, investigador del IMIM y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), "los resultados revelan que ningún catalán está libre de algunos de los 19 compuestos analizados. En todos los casos se detectaron, al menos, tres toxinas. Los análisis ponen de manifiesto que un 88% de la población tiene en el organismo restos de residuos de DDT, un insecticida ya prohibido. Su principal producto de degradación, el DDE, se encuentra en toda la población estudiada.
En más del 96% de la población se encontraron también plaguicidas prohibidos, como el Hexacloro-benceno (HCB) y el Hexacloro ciclohexano (BHCH), además de aislante eléctrico cuya comercialización tampoco está permitida, el Pentacloro bifenil (PCB), que se halló en más del 85%. Con todo, los investigadores señalan que un 62% de la población catalana tiene, al menos, 10 de las 19 sustancias tóxicas analizadas. "La mayoría en concentraciones bajas", aclara Porta
LAS MUJERES, MÁS AFECTADAS
El estudio sobre sustancias tóxicas del IMIM demuestra que los niveles más altos de toxicidad se encuentran en las personas obesas o con sobrepeso y de mayor edad. Puesto que la principal vía de entrada de sustancias tóxicas en el organismo es la grasa animal, quienes más incluyen este alimento en su dieta habitual, revelan una mayor concentración de tóxicos.
Las mujeres son quienes tienen también mayores niveles de toxicidad, aunque se desconoce con exactitud el motivo. Una de las razones esgrimidas por los investigadores es su relación con la obesidad, más frecuente en el sexo femenino. Miquel Porta señala que los tóxicos se han detectado en todas las culturas y clases sociales, ya que los alimentos se distribuyen de forma global y es difícil eliminar los tóxicos del entorno. Un ejemplo es el DDT, prohibido desde 1977, pero que 30 años después todavía persiste en más del 80% de la población.
CONSUMER - EROSKI
En el cuerpo humano se almacenan numerosas sustancias tóxicas, algunas prohibidas hace 30 años
El modo en el que la contaminación de los hogares actúa sobre el desarrollo cerebral infantil es otro tema de estudio. Atrae el interés de científicos del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL) de Barcelona y del Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM) del Hospital del Mar. Después de analizar la calidad del aire del hogar en el que residían 482 niños en Menorca, todos ellos fueron sometidos al test McCarthy para evaluar sus habilidades infantiles a los cuatro años de edad. En la revista "American Journal of Epidemiology", se desvela que, con independencia de otros factores, la contaminación del hogar está relacionada con el desarrollo neuropsicológico de los niños.
El motivo principal se encuentra, aseguran los investigadores, en el dióxido de nitrógeno, un gas tóxico para el organismo que se produce en la combustión del gas natural, entre otros. Parece ser que, en altas concentraciones, favorece la aparición de trastornos de comportamiento en los niños. Los efectos negativos fueron más visibles en personas con una variante del gen GSTP1, que codifica para la mayoría de enzimas antioxidantes encargadas de combatir el estrés oxidativo del organismo.
Depósito de contaminantes
En el cuerpo se almacenan numerosas sustancias tóxicas para los humanos. Un estudio de IMIM certifica que, en su mayoría, son residuos industriales y pesticidas para la agricultura, que llegan a través de la cadena alimentaria. Los investigadores analizaron la sangre de 919 individuos que participaron en una encuesta de salud en 2002. El objetivo era hallar las concentraciones en sangre de los tóxicos estudiados.
Según explica Miquel Porta, investigador del IMIM y catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), "los resultados revelan que ningún catalán está libre de algunos de los 19 compuestos analizados. En todos los casos se detectaron, al menos, tres toxinas. Los análisis ponen de manifiesto que un 88% de la población tiene en el organismo restos de residuos de DDT, un insecticida ya prohibido. Su principal producto de degradación, el DDE, se encuentra en toda la población estudiada.
En más del 96% de la población se encontraron también plaguicidas prohibidos, como el Hexacloro-benceno (HCB) y el Hexacloro ciclohexano (BHCH), además de aislante eléctrico cuya comercialización tampoco está permitida, el Pentacloro bifenil (PCB), que se halló en más del 85%. Con todo, los investigadores señalan que un 62% de la población catalana tiene, al menos, 10 de las 19 sustancias tóxicas analizadas. "La mayoría en concentraciones bajas", aclara Porta
LAS MUJERES, MÁS AFECTADAS
El estudio sobre sustancias tóxicas del IMIM demuestra que los niveles más altos de toxicidad se encuentran en las personas obesas o con sobrepeso y de mayor edad. Puesto que la principal vía de entrada de sustancias tóxicas en el organismo es la grasa animal, quienes más incluyen este alimento en su dieta habitual, revelan una mayor concentración de tóxicos.
Las mujeres son quienes tienen también mayores niveles de toxicidad, aunque se desconoce con exactitud el motivo. Una de las razones esgrimidas por los investigadores es su relación con la obesidad, más frecuente en el sexo femenino. Miquel Porta señala que los tóxicos se han detectado en todas las culturas y clases sociales, ya que los alimentos se distribuyen de forma global y es difícil eliminar los tóxicos del entorno. Un ejemplo es el DDT, prohibido desde 1977, pero que 30 años después todavía persiste en más del 80% de la población.
CONSUMER - EROSKI
No hay comentarios:
Publicar un comentario