Interacciones que promueven
aprendizajes
¿Cómo se potencian con la
afectividad?
María
Teresa Moreno Zavaleta
Marzo,
2021
Las interacciones se inician con nuestra capacidad de utilizar nuestros
sentidos y estar en contacto con otras personas.
Sin embargo, podemos interactuar con las personas de diferentes formas,
a veces de manera positiva u otras veces de manera negativa, las interacciones
varían de persona a persona según el contexto o el momento en que se producen,
pero el valor o significancia de las interacciones está en las consecuencias
que se generan cuando estas interacciones son de calidad, es decir son positivas,
permanentes y durables.
Cuando crecemos en un espacio de interacciones positivas, de respeto y tolerancia,
cuando la interacción establece más que diálogos comunicativos, una
construcción social sujeto, podemos decir, que vamos aprendiendo más de
nosotros mismos, de los otros y del mundo que nos rodea, en ese escenario se
puede decir que las interacciones promueven aprendizajes duraderos para toda la
vida.
Los niños pequeños están en constante interacción con los adultos que lo
cuidan y con los objetos que tiene a su alcance, si nos detenemos a observar a
un bebé, podemos ver la atención e interés con la que toca los objetos, los pasa de mano en
mano, descubre su textura, su espesor, los hace sonar, los lanza, etc, puede
hacer muchas cosas, durante esta interacción descubre las que puede establecer
relaciones entre los objetos, los puede transformar, pero estas interacciones
no son recíprocas se producen solo cuando hay una intención porque los objetos
a diferencia de las personas no comunican lo que piensan o lo que sienten.
Durante las interacciones con los adultos, los niños descubren que se
produce un diálogo sincrónico, es decir una respuesta cariñosa, afectuosa, que
envuelve al niño de emociones, eso le permite sentirse aceptado y valorado y le
da la oportunidad de expresarse.
Muchas veces los adultos creemos que estamos interactuando bien con
nuestros hijos porque estamos pendiente de él y porque le damos todo lo que nos
pide o al menos atendemos sus demandas, pero sin embargo, es importante
reflexionar si las interacciones son o no de calidad, si realmente están
produciendo emociones positivas, construyendo la identidad de nuestro hijo que
le permita tener iniciativa y actuar por si mismo, porque si eso no se está
logrando debemos pensar que algo no estamos haciendo bien.
La interacción no es solo dar, mirar, hablar, tocar, sonreír, es un
proceso recíproco que se da de manera simultánea, “miro y me mira”, “toco y me
toca”, “sonrío y me sonríe”, “le hablo y me responde”, “escucho y respondo”. En este proceso ambos se tienen que sentir
sostenidos el uno del otro, y si estas interacciones son constantes entonces se
forman vínculos permanentes.
En la figura, se aprecia un esquema descrito por Allan Schore (psicólogo
e investigador estadounidense en el campo de la neuropiscología), él nos dice
que los encuentros entre el cuidador y el bebé, cuando son afectivos o de
calidad, se empiezan a generar un conjunto de habilidades y mecanismos para
enfrentar y regular el estrés, las emociones, las situaciones novedosas y los
estados mentales.
Las interacciones de calidad por tanto se convierten en procesos de aprendizaje, a continuación, enumero algunos procesos de aprendizaje:
- La toma de
conciencia de uno mismo y del otro.
- La
comprensión de las diferencias entre uno y otro
- La
posibilidad de desarrollar pensamientos y lenguaje
- La
construcción social de la persona: aprende a respetar al otro, a valorar la
diversidad y a respetarse a sí mismo.
Es una pregunta difícil de responder, pero necesaria, dado que la
pandemia nos lleva pensar en formas de interactuar con quienes no podemos ver o
estar cerca. Aquí lo primero que viene a mi mente es contar con un medio que
nos permita interactuar, la mayoría de las personas hemos optado por usar los
celulares, las computadoras o tablets. Se ha dejado de lado otros medios que
también nos permiten interactuar. Por ejemplo, hace 30 años atrás no existían
teléfonos celulares sin embargo, las personas se podían comunicar con sus
familiares que estaban lejos. Recuerdo haber utilizado las “cartas”, que
alegría enviar una carta y una alegría doble recibir una carta, pues bien, se
ha cambiado la escritura natural por los correos electrónicos. No es lo mismo,
pero ya nos acostumbramos a este medio que es rápido y que nos ayuda, pero
también nos puede hacer confundir, porque cuando escribes no necesariamente
trasmite tu estado de ánimo, aunque para ello, uses emoticones. También se usa
el whatsapp para enviar mensajes, fotos y audios y videos. Hay teleconferencias
en tiempo real donde puedes interactuar y conversar con tus seres queridos.
Todo esto es fabuloso para las personas que ya tienen una lengua común y se
entienden a través de las palabras o la comunicación oral.
Pero ¿qué sucede con los bebés? Ellos se encuentran en un proceso
diferente, para comunicarse necesitan ver al otro, tocarlo, aprender de la
imitación. Por ello, la educación a distancia debe ser dirigida a los padres
para que ellos puedan mejorar la interacción con sus hijos, recibir apoyo y
resolver dudas. Una pantalla nunca será una forma de aprendizaje para los niños
pequeños, porque los niños necesitan interactuar con personas reales, quizás en
algún momento reconozca en la pantalla a sus familiares, pero no es lo mismo,
que sentirse acogido en los brazos de una persona adulta, responsiva, que
responde respetuosamente a sus demandas.
Por ello, pienso que debemos usar responsablemente la educación a
distancia, siempre debe ser un apoyo para los padres, también se pueden
encontrar recursos virtuales que pueden apoyar a los padres para el
aprendizaje, pero recuerden que nunca sustituir los medios virtuales por un
contacto real.
Los niños hoy más que nunca necesitan diferenciar lo que significa el
contacto con las interacciones virtuales a distancia, con aquellas que son a
contacto directo. Necesitan compartir con otros niños, con otras personas que
lo ayuden a enriquecer su vida con experiencias nuevas, agradables y de mucho
aprendizaje.
¿Cómo debemos orientar a los padres?
Los maestros deben usar la
virtualidad para mostrarles a los padres como observar a sus hijos, identificar
sus ritmos, reconocer los signos de estrés y qué estímulos lo confortan y
cuáles lo desregulan, conocer estrategias de manejo ante situaciones conflictivas
y fomentar las relaciones con su bebé en tiempo presente estando atento a sus necesidades.
Todo ello requiere de disponibilidad y mucha paciencia, conectarse con
un niño pequeño permite cubrir una necesidad humana y es a la vez una gran
oportunidad de desarrollar sus habilidades y competencias. El niño aprende a
dar, a responder, a tomar decisiones, a tener iniciativa, pero, sobre todo, a
sentirse contenido, querido y sostenido por un adulto responsable y respetuoso.
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