domingo, 28 de junio de 2009

Llegar a los cuarenta


Queridos amigos y amigas he querido escribir estas líneas porque me gustaría compartir los diferentes sentimientos que surgen cuando uno se da cuenta que ha vivido tantos años, aunque no ha todas las mujeres les gusta decir su edad, en mi caso es un orgullo decir que llegué a los 40 años de vida.

Miro hacia atrás y doy gracias a Dios por todas aquellas cosas que me permitió hacer, por las oportunidades aprovechadas, por los lugares que conocí y sobre todo por las personas que me permitió conocer y que fueron y siguen siendo parte de mi construcción personal.

Miro hacia atrás y veo lo mucho que me costó salir adelante en la vida, los obstáculos que tuve que vencer, las horas de estudio, las horas de trabajo, las horas sin dormir. Veo los caminos que tuve que recorrer, las horas de soledad, las horas de impaciencia, las horas de pasión, las horas de angustia y las horas de alegría.

Miro hacia atrás y me duele haber perdido amigos, sobretodo aquellos que partieron para siempre y quedándose en mis recuerdos, también me duele haber perdido a mi madre a quien me gustaría abrazar y contarle mis nuevos retos y mi nuevos planes de vida, pero me alegra saber que ella en cualquier lugar donde esté está orgullosa de mi y me da fuerzas para seguir adelante.

Miro hacia adelante y me enternece la sonrisa de mi hijo, el calor de su abrazo, la misma sonrisa que se refleja en tantos rostros de niños que he visto en mi carrera profesional y en tantos brazos extendidos que me piden afecto y cariño. Me enternece ser madre y me apasiona ser mujer.

Miro hacia adelante y veo que hay mucho más por caminar, que tengo más fuerzas para seguir luchando con más entusiasmo que antes, porque he aprendido a reconocer lo valioso que es la vida y lo valioso que es contribuir a sembrar vida en las personas que me rodean.

Miro hacia adelante y me doy cuenta que no somos indispensables pero somos únicos que cada persona tiene dentro de sí un tesoro y que cuando lo comparte es cuando trasciende en la vida de los otros. Reconozco que tenemos mucho por mejorar, que fallamos pero que podemos enmendar nuestras faltas, que somos frágiles y a la vez fuertes, que podemos perdonar y pedir perdón por nuestros errores.

El camino puede ser largo o corto, no interesa cuanto dure, lo importante es cuan grande sea tu día, tus meses y tus años. No interesa, cuánto hayas vivido sino cuánto has contribuido a dar vida y felicidad a las personas que te rodean.

Gracias Dios mío por permitirme llegar a los 40, no te pido una vida larga, te pido una vida grande, útil y bella. Te pido Dios mío, despertar cada mañana con más ganas de vivir y ver en cada problema o en cada obstáculo una oportunidad un aprendizaje una razón más para vivir, así al terminar el día daré gracias por las muchas razones para vivir, gracias por permitirme interactuar con tantas personas y gracias por permíteme trascender en la vida de quienes están a mi lado.

María Teresa Moreno Zavaleta (Junio, 2009)

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