Foto tomada en Ucayali, MTMZ, 2014
En los últimos años, numerosos estudios se han realizado con la
finalidad de conocer más cómo crecen y se desarrollan los niños y niñas, los
estudios nos develan la importancia de los primeros años de vida y el impacto
sobre su desarrollo humano. Estos estudios son fundamentales para tomar
decisiones sobre las políticas y programas dirigidas a la primera infancia y
para garantizar el buen uso de los recursos públicos, dado que la inversión en
la infancia trae consigo un retorno económico.
Las diversas investigaciones nos muestran la complejidad de los primeros
años de vida de todo ser humano y la importancia de una mirada integral para
lograr su óptimo desarrollo, así como los múltiples factores que están presente
y que afectan positiva o negativamente su desarrollo, tales como por ejemplo: la
calidad de las interacciones con los adultos que los cuidan así como la calidad
del ambiente con el que interactúa desde la etapa gestacional, la importancia
de una buena nutrición y agua segura.
Hay una gran responsabilidad de los adultos por
ofrecer cada vez mejores ambientes y mejores oportunidades a los niños y
niñas. Pensar en los niños antes de ser
concebidos nos permite preparar condiciones para que vengan al mundo con las
mejores oportunidades posibles.
Sin embargo, la demora en la implementación de
políticas integrales y sostenibles dirigidas a la infancia y la falta de
decisiones políticas oportunas, han traído como consecuencia el incremento de
adolescentes infractores de la ley y la delincuencia juvenil, que en vez de
contribuir a la sociedad, traen consigo la inseguridad y la violencia y por
ende, mayores gastos en materia judicial y servicios de rehabilitación.
Implementar políticas dirigidas a la
prioritariamente a la primera infancia, implica una mirada integral de las
trayectorias por donde transcurre la vida de los niños y las niñas, por un lado
el fortalecimiento de la familia como el primer microsistema y a la comunidad
de donde salen redes de apoyo familiar, y por otro lado, la oferta de los
servicios, los cuales no solo pueden estar enfocados en el incremento de
cobertura, que por cierto, es bastante lograr que las familias acudan con hijos
pequeños a los servicios, sino de garantizar la calidad de los servicios y el
aumento de la demanda por parte de la población.
En contexto de pobreza, aún tenemos una gran
brecha que cerrar, es prioritario llegar
a quienes no gozan de los servicios del estado, pero más aún a quienes no
tienen acceso a la educación y a un trabajo digno que les permita mejorar su
calidad de vida y aportar con su trabajo a mejorar la vida de sus hijos por
ende a la sociedad.
Ahora más que nunca, es necesario que existan
más personas, organizaciones e instituciones comprometidas con este tema,
difundir mayor información a los padres y cuidadores, así como mejorar las
capacidades de los técnicos o profesionales
que trabajan directamente con los niños y niñas, ya no es un tema solo para
mujeres, como antes se creía, es un tema que abarca a todos los hombres y
mujeres, de toda clase social y de toda edad.
Frente a lo mencionado anteriormente, es
importante reconocer que cada niño y niña desde su concepción es un ser único y
viene al mundo con un gran potencial, su
historia personal, los antecedentes de su gestación o las condiciones de vida
de sus padres son determinantes para la mejora o deterioro de dicho potencial.
Por ello, mirar más a los niños en su vida cotidiana, más allá de los libros,
será una forma de acercarnos a ellos de entender sus necesidades, intereses e
iniciativas. Actualmente existen tecnologías que permiten ver a los niños desde el vientre materno, ver
sus movimientos y sentir sus latidos, los padres pueden ser testigos de cómo se está formando el nuevo
ser, esta acción los hace sensibles y genera en ellos expectativas por darle lo
mejor.
Mirar a los niños significa ser empáticos con
ellos en donde quiera que se encuentren, estar pendientes de lo que hacen, de
la forma como los padres le permiten o no que pueda desarrollarse, de estar
atentos a sus oportunidades o limitaciones, de tomar decisiones oportunas para
el presente y el futuro de los nuevos
ciudadanos. El estado tiene la responsabilidad de ofrecer servicios de calidad, que se encuentren articulados
entre sí, con personal capacitado para brindar orientaciones a los padres y ayudarlos
a mejorar sus prácticas de crianza a partir de sus propios recursos. Mirar a
los niños implica comprender el contexto social, económico y cultural en que se
desarrolla y estar atentos de cómo los propios niños y niñas son capaces de
adaptarse a dichos contexto, mirar a los niños es estar alertas para intervenir
oportunamente sobre los entornos para que puedan enriquecerlos de experiencias
positivas y no sean dañinos o perjudiciales para ellos.
Si aprendemos a ver más a los niños y niñas
entonces crecerá la demanda por mejorar nuestras capacidades para mejorar
nuestra comunicación con ellos, para interactuar con ellos, jugar con ellos, para preparar espacios
adecuados para ellos, para protegerlos de la contaminación ambiental, para
ofrecerles una vida sana y sobre todo, para darles la seguridad afectiva, tan
importante para su regulación emocional y para que experimente sin miedos el
mundo que lo rodea, para que puedan conquistarlo y transformarlo.
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